¿Puede el arte “ilegal” dar visibilidad a las heroínas
coidianas de las favelas de Brasil, las chabolas de Kenia o los slums de la
India? Puede, si detrás del objetivo de 28mm está JR, las siglas tras las que
se esconde un francés de 29 años responsable de democratizar el arte, convertir
el globo terráqueo en una galería sin límites y auparse como el Cartier-Bresson
del siglo XXI. “Todo comenzó cuando tenía 14 o 15 años, empecé a escribir mi
nombre en las paredes de París porque necesitaba saber que existía en la
sociedad, no importaba como” explica el fotógrafo.
Tras alzarse con el premio TED en 2011, puso en marcha su
objetivo de dar visibilidad a los que no la tienen a través de sus fotografías.
“Me di cuenta de que no podía estar en todas partes, no podía fotografiar a
todo el mundo, así que convertí a los ciudadanos en fotógrafos y yo adquirí el
rol de impresor intermediario”.
Un año antes de los disturbios de París, JR convirtió su
suburbio en una gran galería de arte en la que los rostros de sus habitantes
vestían las fachadas. El resultado fue la serie Portaits of a Generations,
primeros planos en tono burlón de los jóvenes del suburbio, con su nombre,
dirección y número de bloque integrado en la imagen para humanizar a los
protagonistas de lo que en París consideraban bárbaros.
Más tarde viajó a Oriente Próximo y entre 2005 y 2007 desarrolló
junto a W. Marco, Face to Face, la mayor exposición de fotografía ilegal de la
historia. Un proyecto en el que se dedicaron a encarar a un palestino y un
israelí que ejercían la misma profesión.
Tras esta inolvidable experiencia, JR no vio fronteras a su
trabajo. “Aprendí muchísimo y quise ir a sitios donde no había galerías de arte
y buscar la reacción de la gente”. Así nació Women Are Heroes, un homenaje a la
mirada de las mujeres anónimas, pero protagonistas en los confines del mundo.
PUBLICADA POR MARTA CARRIÓN PÁEZ
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